6/10/13

La identidad femenina desde el arquetipo de la diosa por Analía Bernardo




En las últimas décadas expertas en distintas disciplinas han comenzado a reconstruir la identidad femenina que fue ensombrecida y mutilada durante más de veinte siglos por el pensamiento patriarcal. Psicólogas, arqueólogas, antropólogas, chamanas, teólogas y eruditas han tenido que remontarse hasta los mitos y arquetipos de origen de la cultura agrícola que floreció en la Antigua Europa, Anatolia, Medio Oriente y otros lugares del planeta (entre el 800 al 3.000 a. C., y perduró en una miríada de diosas y rituales en culturas posteriores) para encontrar rostros femeninos no oprimidos.

En esas tradiciones sagradas el símbolo de la Gran Diosa, la Creadora de la vida, la muerte y el renacimiento cíclico contiene un caudal psicológico – espiritual de orientación femenina, muy distintos a las filosofías masculinas y religiones monoteístas tardías de la antigüedad clásica. Psicólogas neo-junguianas, como Jean Shinoda Bolen y Silvia Brinton Perera consideran a las diosas como patrones potenciales en la psiquis de todas las mujeres. Los arquetipos femeninos de las diosas pre-cristianas y pre-helénicas siguen siendo relevantes para las mujeres porque en ellos hay una resonancia de verdad. Muestran cómo son las mujeres, con más poder y diversidad de comportamiento del que se les ha permitido ejercer históricamente.

Caittlin Matthews, experta galesa en tradiciones celtas y artúricas, analizó la mitología de diferentes pueblos y épocas detectando diez arquetipos femeninos representados por las diosas de todo el mundo.
El primero es la Diosa Creadora o Conformadora de Todo, que se despliega en nueve aspectos o diosas que expresan potencialidades, energías y capacidades que las mujeres pueden traer a la conciencia, a fin de favorecer una percepción interna que reemplace al dualismo maniqueo que definió lo femenino con estereotipos tales como “santa o prostituta”  “madre bondadosa o madre terrible”, “varón fallido”, “envidiosa del pene”, entre muchas otras.
Los primeros arquetipos que emergen de la Creadora son: la Energizadora, la Medidora y la protectora, las energías básicas para moverse en la vida.


Afrodita, la diosa luna del mar, las Ninfas del bosque  o la Sakti hindú fueron percibidas como danzantes que esparcen la energía de la Creadora en los humanos, la naturaleza y el cosmos, activando diversas potencialidades. Las manifestaciones de la Energizadora están cargadas de belleza, dinamismo y vitalidad; exaltan el cuerpo y la sexualidad, vividos con placer, dicha y libertad.

A la Medidora la encontramos entre las Parcas griegas y las Nornas vikingas, que determinan cómo circulará la energía y a través de qué canales. Como diosas del Destino implican las elecciones que realizamos en la vida. La activación de la Energizadora y las decisiones de la Medidora están equilibradas por la Protectora.

Artámis, Atenea y Hera, la Reina del Cielo, portan este atributo de autonomía como protectoras y gobernantes. Cuando uno o más de estos aspectos está desactivado o negado en la conciencia de una mujer, no es casualidad que ella viva estados depresivos, de baja autoestima, o de dependencia con el riesgo de sufrir algún tipo de maltrato.

La Iniciadora, la Desafiante o la Liberadora nos muestran a la Diosa cuando encarna la  capacidad de cambio y transformación. En los misterios de Isis y Démeter (que fueron practicados hasta el principio del cristianismo) las diosas aparecen como sacerdotisas que conducen a los iniciados al interior de su cueva sagrada, laberinto o templo, para que experimenten las propias profundidades del inconsciente y de lo mistérico. En ese descenso al mundo interno bajo la consigna délfica del “conócete a ti mismo”, la Diosa se transforma en Desafiante con rasgos temibles, portando la máscara de la muerte cíclica.

La Desafiante como Serpiente, Górgona, Esfinge Sirena o Erinia ha sido desfigurada haciendo de las mujeres desafiantes las portadoras de los más terribles y misóginos calificativos; reprimidas como locas, brujas, o demonios, sexualmente insaciables. Esta mentalidad la encontramos en los mitos de los héroes aqueos (Teseo, Heracles, Perseo) glorificados por haber asesinado las diversas manifestaciones de la Desafiante pero en el pensamiento sagrado matrístico este arquetipo es profundamente sanador cuando se lo comprende en toda su dimensión. La Desafiante es el espejo donde vemos nuestro rostro más íntimo, y al contemplarlo vemos las distorsiones, conflictos y angustias que nos impiden crecer y madurar. Para las mujeres, el encuentro con la Desafiante ayuda a percibir y diferenciar los estereotipos patriarcales de los arquetipos o energía personales más genuinos. Cuando comprendemos el mensaje de transformación que este aspecto comunica podemos comenzar a transitar la liberación.

Tanto Isis como Démeter son liberadoras porque devolvían la vida a sus hijos o consortes, haciéndolos renacer de su útero sagrado. Lo mismo sucede con Inanna e Ishtar que, en su calidad de liberadoras, descienden al mundo subterráneo y  se encuentran con Ereeskigal, la Diosa Oscura, su otro yo. En los mitos, la Desafiante-Liberadora no es otra que una diosa solar temporalmente oscurecida, como sucede con Ragnell, la Dama Horrible de la leyenda artúrica.

El proceso liberador que las diosas liberadoras revelan es muy semejante al que Carl Jung describió como percibir y honrar la sombra, de una manera aceptable en vistas a lograr el proceso de individuación o emergencia del Sí mismo.

Los últimos tres arquetipos que compone Caitlin Matthews son: La Tejedora, la Nutricia y la Potenciadora

La tejedora es una maga que teje, cuida y reajusta la trama sagrada de la vida. La Mujer Araña de los Navajos, la Brigit celta y Mnemosine, la madre de las musas, encarnan este aspecto conector, ejerciendo como patronas de conocimiento, el chamanismo, la profecía y las artes. Actualmente este arquetipo está muy activo en la psiquis de las mujeres, motivándolas a reconectar sus vidas desde un patrón diferente al usado hasta entonces, haciéndola consciente de la práctica del cambio en lo cotidiano. Muchas han descubierto sus energías sanadoras, holísticas o chamánicas en sintonía con la defensa de los ecosistemas.

La Nutricia es el aspecto sustentador de la madre pre y post-patriarcal. Todas las diosas madres que habitan las mitologías son nutricias y legisladoras, pero nuestra manera de apreciarlas aún es deficiente porque suponemos que las mujeres, al encarnarlas, deben “dar todo sin pedir nada a cambio”, y cuando expresan sus exigencias son criticadas como madres desnaturalizadas. Pero la Nutricia manifiesta la posibilidad de amar, sustentar y nutrir la vida ejerciendo poder con otros, en lugar de “poder sobre otros”.

Algo similar ocurre con la Potenciadora que en los mitos aparece como diosa de la sabiduría: Sofía, Kuan Yin, Tara y Shokiná. También en la anciana sabia de las culturas indígenas. Como continuadora de la Tejedora y la Nutricia, la Potenciadora manifestará una sabiduría femenina hasta ahora desconocida.

Bibliografía consultada
“ Las Diosas: al encuentro con la divina femineidad” Caitlín Matthews. Ed. Edaf
“La Diosa en nosotras” Ethel Morgan. Ed. errepar
“Las Diosas de cada mujer” Jean Shinoda Bolen. Ed. Kairós.

http://femineidadsagrada.blogspot.com.es/


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