Es importante acondicionar un lugar.Podemos colocar una vela blanca, sahumerios de mirra e incienso para purificar la energía, un recipiente con agua, formar un mandala con piedras especiales, formar un circulo o un triangulo para ubicarnos en su centro.
El ayuno es importante, para que el cuerpo esté en las mejores condiciones, y se debe usar ropa cómoda.
Luego de ocupar nuestro sitio, relajamos el cuerpo por medio de la respiración y aquietamos nuestras emociones.
Nos concentramos en la intención, aquí unificamos los mundos abriendo la conciencia para que fluya la Energía Vital Universal, or.
Pedimos al arcángel Rafael que nos asista e invocamos a nuestro guía espiritual, para luego pronunciar el nombre de Dios elegido.
Cuando estamos preparados, nos conectamos con la energía de la persona (puede ser a través de su nombre o de su imagen), si acepta nuestra ayuda, y logramos la empatía con su alma comenzamos la sanación, guiándonos, por ejemplo, por las sensaciones que captamos por medio de la intuición.
Podemos hacer aquí una práctica muy bonita que sería como una bendición, entonamos la formula kabalística “alá gazél gabél”, que significa “que Dios haga descender la lluvia sobre la montaña”. La lluvia sería la luz purificadora, la montaña somos nosotros, por lo tanto lo que pedimos es que Dios haga descender la luz sobre nosotros.
Podemos visualizar luz violeta, este color resulta de la mezcla del azul oscuro (que corresponde al conocimiento y la conciencia) y del rojo vivo (que es la actividad).
O sea que el color violeta ayuda a la persona en el reconocimiento de la actividad de la conciencia infinita en cada uno de nosotros.
Cuando sentimos que la tarea está cumplida, amorosamente despedimos a esta alma compañera, agradecemos a Dios y entregamos a su divina voluntad la sanación.
Con esto realizamos la purificación mental y cortamos influencias dejando correr el agua sobre nuestras manos. Otro corte se realiza colocando, extendidos, los dedos índice y mayor de la mano derecha sobre los mismos de la mano izquierda concentrándonos en la palabra akutá.
Frente a frente se encuentran dos almas. Una con el deseo de recibir, la otra con el deseo de dar, pero todo es un ida y vuelta, el que recibe da y el que da recibe, compartiendo el infinito caudal de energía universal que posee todo ser humano en su relación de destino.
El ayuno es importante, para que el cuerpo esté en las mejores condiciones, y se debe usar ropa cómoda.
Luego de ocupar nuestro sitio, relajamos el cuerpo por medio de la respiración y aquietamos nuestras emociones.
Nos concentramos en la intención, aquí unificamos los mundos abriendo la conciencia para que fluya la Energía Vital Universal, or.
Pedimos al arcángel Rafael que nos asista e invocamos a nuestro guía espiritual, para luego pronunciar el nombre de Dios elegido.
Cuando estamos preparados, nos conectamos con la energía de la persona (puede ser a través de su nombre o de su imagen), si acepta nuestra ayuda, y logramos la empatía con su alma comenzamos la sanación, guiándonos, por ejemplo, por las sensaciones que captamos por medio de la intuición.
Podemos hacer aquí una práctica muy bonita que sería como una bendición, entonamos la formula kabalística “alá gazél gabél”, que significa “que Dios haga descender la lluvia sobre la montaña”. La lluvia sería la luz purificadora, la montaña somos nosotros, por lo tanto lo que pedimos es que Dios haga descender la luz sobre nosotros.
Podemos visualizar luz violeta, este color resulta de la mezcla del azul oscuro (que corresponde al conocimiento y la conciencia) y del rojo vivo (que es la actividad).
O sea que el color violeta ayuda a la persona en el reconocimiento de la actividad de la conciencia infinita en cada uno de nosotros.
Cuando sentimos que la tarea está cumplida, amorosamente despedimos a esta alma compañera, agradecemos a Dios y entregamos a su divina voluntad la sanación.
Con esto realizamos la purificación mental y cortamos influencias dejando correr el agua sobre nuestras manos. Otro corte se realiza colocando, extendidos, los dedos índice y mayor de la mano derecha sobre los mismos de la mano izquierda concentrándonos en la palabra akutá.
Frente a frente se encuentran dos almas. Una con el deseo de recibir, la otra con el deseo de dar, pero todo es un ida y vuelta, el que recibe da y el que da recibe, compartiendo el infinito caudal de energía universal que posee todo ser humano en su relación de destino.
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