Hades es un
dios griego, hijo de Cronos, hermano de Zeus y Poseidón. Dios de lo invisible,
del inframundo.
Propicia
las reflexiones idealizadas e intuitivas y resguarda los sueños incorpóreos; se
configura como la polaridad de Zeus. Es un pensador introvertido
que, para conocer, se apoya en la intuición. Teórico, estudioso y
pensador abstracto, con gran capacidad para el insight. Su mundo interno es
amplio y profundo. Puede ver posibilidades donde la lógica no llega. Le
interesa el análisis y la solución interna de los sucesos y dificultades; no se
aviene a la exposición. Sin facilidad para expresarse ni comunicarse.
Mentalmente rápidos, creativos, novedosos.
Hades es
quien mejor representa la posibilidad de nacer de las cenizas, el renacimiento
del ave fénix. Fiel a su ánima, a su femenino interno –con quien contrae un
matrimonio único- simboliza la pareja eternamente amante.
Para hacer el
camino de Hades, el hombre habrá de soportar el dolor –que le hará conciencia
de su humanidad- y este será más psíquico que físico (Alvarenga, 2009; "Mitología
Simbólica"). Todos los
estímulos que provienen de la sensación –corporales- le causan disgusto. La
vida le hará visitar los infiernos, y como a todos los dioses que lo han
visitado, no volverá de allí igual, volverá renacido.
Proveniente
de familia conservadora -entre sus antepasados hay fuertes figuras masculinas y
femeninas- este camino le confiere a Hades la posibilidad de renacer
hacia una nueva conciencia y, a través de Dionisio –su hijo- humanizarse.
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