9/5/11


                               EL COYOTE


                                Coyote, ¡viejo demonio!,
                               ¡Me has vuelto a engañar!
                              ¿Debo quedarme pensando
                               sobre la causa de tu forma de actuar?

                                  EMBAUCADOR

 Existen miles de leyendas y cuentos sobre el Coyote, el gran embauca­dor. Muchas culturas nativas denominan al Coyote el «Perro de la Medici­na». Si te ha salido esta carta, puedes estar seguro de que algún tipo de Me­dicina se acerca, y que puede ser o no de tu agrado. Pero cualquiera que sea la Medicina, buena o mala, puedes estar seguro de que te hará reír, incluso dolorosamente. También puedes estar seguro de que el Coyote te enseñará una lección sobre ti mismo.
El Coyote posee numerosos poderes mágicos, pero no siempre funcio­nan a su favor. Sus propias trampas le engañan. Es el maestro de las tram­pas que se engaña a sí mismo. Nadie está más sorprendido que el Coyote con el resultado de alguna de sus triquiñuelas. Cae en su propia trampa. Y, sin embargo, de alguna manera consigue sobrevivir. Puede estar molido y dolido por la experiencia, pero pronto estará en su camino hacia un error in­cluso más grande todavía, olvidando aprender de sus errores. Puede haber perdido la batalla, pero nunca se da por vencido.
El Coyote es sagrado. En la locura de sus actos vemos representada nues­tra propia estupidez. Mientras el Coyote salta de un desastre al siguiente, re­fina el arte de auto-sabotaje a la perfección. Nadie puede embaucarse más cie­gamente a si mismo y a los demás, con mayor gracia y facilidad que este santo embaucador. El Coyote se toma a si mismo tan en serio que a veces no pue­de ver lo obvio; por ejemplo la apisonadora que está a punto de aplastarlo. Por esta razón, cuando la tiene encima todavía no se lo cree. «¿Era una apiso­nadora de verdad? Tengo que ir a verla», dice. Y una vez más le vuelve a pisar.
Encerrado dentro de la Medicina de este embaucador se encuentra el sentido universal de lo cómico. La broma cósmica alude no sólo a nosotros, sino a todos los demás, si son seguidores del Coyote. Alguien como él po­dría convencer a los demás que una Mofeta (zorrino) huele a rosas, pero aún así si­gue siendo una Mofeta.
El tiempo de dormir la siesta se ha terminado si te ha salido la carta del Coyote. ¡Cuidado! Tu casa de cristal puede derrumbarse estrepitosamente en cual­quier momento. Todos tus espejos pueden hacerse añicos. El divino em­baucador te está persiguiendo y podría alcanzarte. El Coyote se rasca los so­bacos. Ejecuta una danza loca. Se quema la punta de la cola jugando con cerillas. Cae en el estanque para salir a salvo aunque ha estado a punto de ahogarse. El Coyote seduce a una estatua de hormigón. El Coyote cree que ha encontrado un hueso, pero es una serpiente de cascabel. Todos con­templan la cómica escena. El Coyote eres tú, yo, trampas, aviones de reac­ción con lavabos que no funcionan, citas a ciegas, y todas esas cosas gra­ciosas y caprichosas que encontramos a lo largo de la vida. Prepárate para más risas, muchas más.
Sumérgete inmediatamente por debajo de la superficie de tus experien­cias. Pregúntate qué es lo que estás haciendo y por qué. ¿Es el coyote tu Me­dicina? ¿Intentas gastarte bromas a ti mismo? ¿Intentas engañar a un adver­sario? ¿Alguien te está tomando el pelo? ¿Quieres darle al «cretino» de la oficina el número de teléfono de la guapa nueva secretaria? ¿O quieres ten­derle una trampa a tu mejor amigo? ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo sencillamente porque era loco y divertido?
Por otra parte, puede que no seas consciente de tu propio camino de ton­terías. Puedes haberte convencido a ti mismo, a tu familia, a tus amigos, o incluso al público en general de que sabes lo que haces. Pero escucha, Co­yote, estás envuelto en tus maquinaciones. Has creado un desconcertante, discordante y confuso engaño. Recoge los ojos del malabarista del suelo y vuélvelos a colocar dentro de sus cuencas. Cala al genio de tus actos de auto-sabotaje y deja que te haga gracia. Y ríe embaucador, ríe.
Si no puedes reírte de ti mismo y de tus bufonadas locas, has perdido la ju­gada. El Coyote siempre llega de visita cuando las cosas se ponen demasiado serias. La Medicina está en la risa y en las bromas, para poder adoptar nuevos puntos de vista.
Si posees la Medicina del Coyote, puedes utilizarla para animar a viejos remilgados, darle vida a una fiesta o romper una pesada conversación con facilidad. Contempla el lado positivo de sabotear preguntas inquisitivas so­bre tu vida personal. ¡Pásatelo de miedo contando a un chismoso que aca­bas de volver de St. Tropez en tu avión particular!
contrario:

Si el Coyote aparece en la posición invertida, puedes estar seguro de que te llevará la contraria y te molestará. Mira a tu alrededor y averigua la direc­ción por la que llega. Si el Coyote se acerca desde el exterior, ten cuidado con este maestro de la ilusión. El Coyote te puede hechizar y llevarte hasta unas zarzas para recoger bayas. Será una lección dolorosa si le sigues. El Coyote invertido puede aparecer en tu vida como un maestro que supues­tamente lo sabe todo, un timador, un hombre de negocios que te propone un asunto-para enriquecerte rápidamente, un vendedor de monedas raras a domicilio, una mujer fatal, un productor de cine, un evangelista de la tele­visión, un vendedor de terrenos pantanosos, un político, o cualquiera que pretenda que le sigas. El Coyote no es el socio o amante indicado.
El Coyote contrario puede anunciarte unos tiempos en que todo lo que toques te saldrá como un tiro por la culata. Todas tus bromas te explotaran en la cara. El Coyote también señala que es el momento de estar alerta fren­te a las intenciones de los demás, y vigilar el boomerang que lanzaste a otra persona pero que ahora puede volverte por la espalda. Alguien puede estar gastándote una broma o engañándote. Trate de lo que trate aquello que el Coyote invertido ha conjurado en el aire, puede llegar desde cualquier di­rección. ¡Recuerda que este bromista es siempre imprevisible!

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