EL ALMA Y EL AURA
Uno de los campos que contiene nuestra alma es el etérico. Allí se encuentra nuestro cuerpo de energía, que es el que acumula y contiene nuestra fuerza vital; la potencia vibratoria que nos permite Ser. Aquella que nos da la vitalidad para activar las sensaciones y poner en movimiento nuestro cuerpo físico, las emociones en nuestro cuerpo astral y los sentimientos y pensamientos en nuestro cuerpo mental.
Es un fluido energético de partículas sutiles en movimiento constante, que vibran y oscilan en el mismo espacio en donde existe la materia de nuestro cuerpo físico –de hecho es su doble energético– pero, por vibrar más rápido (una octava más arriba), se encuentra en la cuarta dimensión y, por lo tanto, no visible para la mayoría de los seres humanos.
Esta energía vital en movimiento genera alrededor de nuestro cuerpo etérico –y por ende, alrededor de nuestro cuerpo físico material– nuestro campo electromagnético. Es como un halo pulsante en todos los colores del espectro luminoso de forma oval, que se extiende unos 70 a 90 cms en todas las direcciones.
Este fluido luminoso es conocido como el Aura. Se trata de un sutil halo de energía que ondula, de manera similar al aire sobre la tierra caliente en un día de verano, sobre el desierto hirviente o sobre las brasas de carbón encendido. En esa misma dimensión etérica, en el interior de nuestro cuerpo de energía y localizado sobre su columna central –en la misma posición de nuestra columna vertebral– está distribuido nuestro sistema de siete chakras, que también son visibles en el Aura.
Vórtices o remolinos de energía que giran a siete distintas velocidades, por lo cual pueden transformar la frecuencia vibratoria y la longitud de onda de la energía que por ellos pasa, hacia las glándulas de nuestro sistema endocrino.
Cada vórtice le suministra energía a la glándula que está conectado, en la frecuencia que necesita. Es así como éstas pueden generar las sustancias químicas, enzimas y neurotransmisores que activan o detienen los procesos que mantienen funcionando y en movimiento a nuestro cuerpo físico.
FERNANDO MALKÚN
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