Es la diosa para la que el
matrimonio es sagrado. Constituye el arquetipo de la esposa, y el de la reina,
pues es la consorte del rey que ella misma promueve, para realizarse a través
de él. Se siente incompleta sin pareja y sueña con el día de su boda como el
broche de los cuentos de hadas. Una de sus mayores virtudes es la fidelidad,
así como la capacidad de compromiso.
Una mujer Hera, dice Maite Chamón, psicoterapeuta que imparte cursos sobre diosas griegas, no sólo es fiel como esposa, sino en el trabajo, donde puede destacar por ser una excelente colaboradora. Sin embargo, al centrarse exclusivamente en su marido y al verse incompleta sin él, renuncia a todas las facetas de ella misma y se convierte en una persona celosa y posesiva que proyecta siempre los celos sobre las mujeres, eximiendo de culpa a su esposo.
Toda mujer que contrae matrimonio está expuesta a la influencia de Hera. Podrá ser una Afrodita y tras la boda, sentir una voz interna que la inste a efectuar «un corte más apropiado para una señora», como apunta la psicóloga Arantxa Goñi.
«Esa es Hera, que con la nueva situación pretende castrar a Afrodita, porque ya no tiene necesidad de seducir». Si se deja llevar por ese impulso, se verá desvinculada de sus amigas.
Si su marido, convertido por su influencia en un Zeus patriarcal y machista, decide abandonarla por otra, se quedará destrozada, con rabia hacia la otra mujer, y probablemente sola.
Reconocer a Hera es fundamental, así como fomentar otros patrones. Necesita potenciar a Afrodita para que la pasión no se esfume. Una Artemisa que le dé independencia, sin necesitar al hombre para realizarse. Y un Hesfesto, el dios de la forja en su ánimus, le ayudará a sublimar la rabia de los celos creando arte.
Una mujer Hera, dice Maite Chamón, psicoterapeuta que imparte cursos sobre diosas griegas, no sólo es fiel como esposa, sino en el trabajo, donde puede destacar por ser una excelente colaboradora. Sin embargo, al centrarse exclusivamente en su marido y al verse incompleta sin él, renuncia a todas las facetas de ella misma y se convierte en una persona celosa y posesiva que proyecta siempre los celos sobre las mujeres, eximiendo de culpa a su esposo.
Toda mujer que contrae matrimonio está expuesta a la influencia de Hera. Podrá ser una Afrodita y tras la boda, sentir una voz interna que la inste a efectuar «un corte más apropiado para una señora», como apunta la psicóloga Arantxa Goñi.
«Esa es Hera, que con la nueva situación pretende castrar a Afrodita, porque ya no tiene necesidad de seducir». Si se deja llevar por ese impulso, se verá desvinculada de sus amigas.
Si su marido, convertido por su influencia en un Zeus patriarcal y machista, decide abandonarla por otra, se quedará destrozada, con rabia hacia la otra mujer, y probablemente sola.
Reconocer a Hera es fundamental, así como fomentar otros patrones. Necesita potenciar a Afrodita para que la pasión no se esfume. Una Artemisa que le dé independencia, sin necesitar al hombre para realizarse. Y un Hesfesto, el dios de la forja en su ánimus, le ayudará a sublimar la rabia de los celos creando arte.
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