16/12/12

ABRACADABRA


¿Sabías que abracadabra viene de la expresión aramea: “Como hablo, ocasiono”?

Lo que esto nos dice es que el habla esta más cerca de la espiritualidad que cualquier otra acción física. Es el habla lo que separa al hombre de todos los otros reinos. La voz humana es el 99% de la realidad espiritual. Las palabras que hablamos, el 1% de la realidad física.

Lo que decimos manifiesta acá abajo lo que está allá arriba.

Hay dos realidades del 99%: El Árbol de la Vida (el sistema puro) y el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal (el sistema impuro).

Cuando decimos palabras negativas nos conectamos al sistema impuro y traemos oscuridad al mundo.

Cuando decimos palabras positivas, traemos Luz a este mundo. Todo depende del habla.

Es por eso que los kabbalistas dicen que las palabras pueden matar.

Cuando alguien comete un acto de violencia física contra otro, puede derramar sangre e infligir dolor en el cuerpo físico.

 Pero cuando insultamos a alguien y hacemos que la sangre suba a su cara, también derramamos sangre... a nivel del alma.

Sin embargo, vivimos en una realidad invertida, donde arriba está abajo y abajo está arriba. Le damos más importancia a lo físico que a lo espiritual. No valoramos el alma y, por lo tanto, no nos importan las palabras que hablamos.

En este punto debo mencionar que esto es fácil de explicar, pero difícil de asimilar y poner en acción. ¿Darse cuenta de que las palabras y pensamientos tienen más poder que las acciones físicas? Muy difícil de manejar.

Sin embargo, nuestras opciones son:
 --Seguir atribuyendo importancia a lo físico –y cosechando todo el sufrimiento, dolor y enfermedad que vienen con eso…
--O dar importancia a lo espiritual y hacernos conscientes de las palabras que hablamos, y llevar de vuelta al mundo a esa realidad verdadera en donde no hay oscuridad.

Esta semana, pon algo de amor en las palabras que dices. Haz realmente un esfuerzo y sé consciente de tus pensamientos y palabras hacia los demás.

Espiritualmente, éste es el camino para salir del desastre. Y no sólo en el que estamos metidos ahora, sino cualquier catástrofe futura en nuestro camino.

En lugar de jugar a alcanzar la pelota, corramos delante de ella para variar.

Verónica

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